El texto destaca la importancia de reconocer y seguir la voz de Jesús, quien es comparado con un pastor. Aquellos que pertenecen a Jesús identificarán y seguirán su voz, y evitarán la del extraño. La obediencia a la voz de Dios garantiza la seguridad y dirección correctas.
Nunca tengo ninguna razón para temer porque conozco a mi pastor y he aprendido a reconocer su voz. Soy su oveja, y Jesús cuida de mí mientras me enseña a escuchar a y confiar en su voz.
Mi pastor me ha llamado fuera del redil por nombre, por mi nombre, que él conoce, y ahora va delante de mí. Jesús me lleva a donde ya ha ido con su voz. Lo sigo porque escucha y reconozco a su voz. Juan 10:3-5 me cuenta todo esto.
Y si realmente soy su oveja, lo sabré cuando escuche una voz que no sea su voz. Entonces tendré la opción de obedecer o no la voz del extraño. El resultado dependerá entonces de si estoy dispuesto a hacer la voluntad de Dios. Si busco glorificar al Padre, como Jesús, reconoceré y seguiré su voz. Pero si busco mi vanagloria, mi propio placer, me engañaré a mí mismo y seguiré la falsa voz del extraño. Incluso yo podría decir que la voz falsa era de Dios. Pero, en algún momento, me habré engañado a sabiendas a mí mismo.
Por lo tanto, Jesús ha prometido que sus ovejas reconocerán y seguirán su voz. También ha prometido que sus ovejas no reconocerán la voz del extraño, el ladrón, como su voz, y huirán de ella.
Esta promesa solo se aplica a las ovejas de Jesús. Los que no pertenecen a Jesús oyen y obedecen todo tipo de voces.
Pero yo soy su oveja. Así que no tengo que temer escuchar la voz equivocada, siempre y cuando esté dispuesto a obedecer la voz de Dios cuando la escuche.
Próximo: Las Ovejas y La Puerta de su Redil
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