Las Ovejas y La Puerta de su Redil

Jesús se describe como la puerta del redil, asegurando la protección y guía de sus verdaderas ovejas, que solo siguen su voz y no la de los ladrones. Contrasta su misión de dar vida eterna con la de los ladrones, que buscan robar y destruir. Solo a través de él se obtiene vida abundante y eterna.

Juan 10:7-10: Aquí, Jesús cambia su metáfora un poco.  Todavía nos llama sus ovejas que confían en él. Pero ahora él se identifica como la puerta de nuestro redil, el lugar donde estamos a salvo.

Al igual que en la metáfora anterior, todos los demás que vinieron antes de Jesús y trataron de guiar a las ovejas eran ladrones y salteadores. Y una vez más, Jesús nos dice que aquellos que son sus verdaderas ovejas no escuchan ni siguen la voz de los ladrones.

Jesús es nuestra puerta, el camino por el que pasamos del redil a un pasto seguro y luego regresamos al redil. Solo podemos estar a salvo si pasamos por él, siguiéndolo. De esta manera, esta metáfora es paralela a la anterior.  Tenemos seguridad únicamente si pasamos por Jesús, la puerta, del mismo modo que sabemos a dónde vamos solo si seguimos la voz de Jesús, el pastor.  Y en este pasaje, Jesús nos asegura que sus ovejas, en efecto, pasan por la puerta y siguen su voz.

Entonces Jesús contrasta su propósito y motivo con los del ladrón. El ladrón, cualquiera que trate de guiarnos en el lugar de Jesús, solo viene a robar, matar y destruir. Aunque parezca que el ladrón nos ofrece un buen trato en el momento, lo que nos ofrece siempre nos lleva a una gran pérdida al final.

Pero Jesús ha venido para que tengamos vida.   Mientras que el ladrón vino y sigue viniendo a robarnos, Jesús ha venido solo una vez y para siempre.  Hebreos 10:10.   Su obra está hecha. Así, aunque parezca que solo sufrimos la muerte ahora mismo, en realidad, después de su muerte, Jesús resucitó, ahora vive por siempre y nos da su vida eterna.  La vida en abundancia es la vida eterna resucitada de Jesús, que él vida por medio de nosotros. Solo podemos entrarla por la puerta, Jesús mismo, y solo si somos sus ovejas. 

Enlace a todo el contexto: Juan 10.

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