El texto explica que Dios no puede perdonarnos los rencores entre nosotros, ya que solo nosotros somos los dueños de esos sentimientos y debemos decidir perdonar. Jesús enseña que si no perdonamos a otros, Dios no nos perdonará. Dios valora la reconciliación y nos llama a vivir en el perdón.
Sí, hay algo. Y es muy sencillo.
Dios no puede perdonarme el rencor que me guardas. Tienes que hacer eso.
Y Dios no puede perdonarte el rencor que te guardo. Tengo que hacer eso.
Dios no puede perdonar nuestros rencores porque Él no los posee. Los creamos y somos dueños de ellos. No puedo perdonarte tu tarjeta de crédito o tu deuda hipotecaria, porque no soy dueño de esas deudas. Solo el banco puede perdonar esas deudas. Del mismo modo, Dios no puede perdonar el rencor que tengo contra ti, porque Él no lo tiene. Para perdonarte el rencor que te guardo, Dios tendría que forzar mi voluntad. Sería como si obligara al banquero a punta de pistola a perdonar tu hipoteca. Dios no hará eso.
En cambio, Dios me ordena perdonarte de la misma manera que siempre me perdona. Colosenses 3:13. Luego, Él me deja la decisión si le obedezco o no.
Sin embargo, eso no significa que mi decisión no tenga consecuencias. En su oración modelo, ahora llamado el Padre Nuestro, Jesús me enseñó a orar:
Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
Inmediatamente después de enseñar esa oración a sus discípulos, Jesús les dijo que nuestra falta de perdón tendría exactamente las consecuencias sugeridas por las palabras de la oración:
Porque si ustedes perdonan a los hombres sus transgresiones, también su Padre celestial les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará a ustedes sus transgresiones.
Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones. Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones
Cuando me dice esto, Jesús no quiere decir que su Padre sea enojado o mezquino por naturaleza, o sea tacaño a la hora de perdonar. Más bien, está diciendo algo bastante obvio sobre mí: para conocer el perdón de Dios, debo elegir vivir en el perdón. Si no estoy dispuesto a dar perdón, tampoco podré recibirlo.
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Serie lateral y personal: La historia de Regina
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Originalmente publicado en inglés el 10 de julio de 2024.
