Soy como oveja. Necesito un pastor que ya ha dado su vida para rescatarme de los lobos. Necesito al buen pastor, Jesús, como mi pastor. Debido a que Jesús es mi pastor, sé que si lo escucho, escucharé su voz llamándome. Puedo estar seguro de que soy suyo porque reconozco su voz.
Esto es ambos lo más consolante y lo más insultante de las pinturas metafóricas que Jesús nos da de la relación en la que tenemos salvación.
Es muy reconfortante saber que Jesús me da vida eterna y jamás pereceré, si soy suyo.
Pero solo puedo recibir esta consolación si soy su… ¡oveja!
¿Ay, Señor Dios, por qué tengo que ser una oveja?
Yo soy Homo sapiens y tengo sabiduría. Incluso está en el nombre de mi especie. ¡Las ovejas son tan estúpidas!
Por lo general, las ovejas no saben a dónde van a menos que las guíen o las lleven.
Como yo.
Las ovejas se confunden fácilmente.
Como yo.
Usualmente, una oveja sigue el rebaño. Si sus vecinos están corriendo rumbo al risco, una oveja correrá por el mismo precipicio.
Como yo.
Pero a las ovejas, cuando están cerca del borde del rebaño, también les gusta ignorar al pastor y sus vecinos. Por eso, estas ovejas se apartan. Una oveja descarriada cree que sepa más que su pastor sobre dónde alimentarse. Todo lo que realmente sabe es cómo ir donde están los lobos.
Como yo.
Así que necesito un buen pastor. Necesito un pastor que da su vida por las ovejas. Necesito un pastor que ya ha dado su vida para rescatarme de los lobos. Necesito al buen pastor, Jesús, como mi pastor.
Debido a que Jesús es mi pastor, sé que si lo escucho, escucharé su voz llamándome. Puedo estar seguro de que soy suyo porque reconozco su voz.