Dios valora mucho la conciliación. Y la responsabilidad es la mía, no tuya. No puedo servir a Dios mientrase sé que tú tienes esa cosa en contra de mí.
Dios valora mucho la conciliación. Se lo toma muy en serio.
Y la responsabilidad es la mía, no tuya.
No puedo servir a Dios si recuerdo que tienes algo en contra de mí y no voy a ti en busca de reconciliación. No se requiere que la ofensa sea real, o algo que sea definitivamente equivocado, solo que yo sé que tú tienes esa cosa en contra de mí. Y no debo esperar a que primero me pidas perdón por tus ofensas contra mí. Primero debo cuidar de mis ofensas y olvidar de las tuyas.
Hay solo una limitación. Jesús nunca me dice que debo adivinar cuál es mi ofensa. Si honestamente no sé cuál es mi ofensa, esa no es obvia, y no me la ha dicho, no necesito adivinar y seguir adivinando hasta que la haga bien. A menudo he hecho esto, ¡y no funciona!
Si sé que hay un problema, pero no sé qué es, debo pedir a Dios a mostrármelo, y esperar en Él.